El intendente subrayó sus coincidencias con Milei y responsabilizó de la crisis económica al gobierno anterior. Cuestionó las políticas que afectan al interior, pero sorprendió con el ejemplo. No anunció proyectos de ordenanza.
Por Ramiro Melucci
Si Javier Milei hubiera tenido cinco minutos para leer el discurso de Guillermo Montenegro en el Concejo Deliberante probablemente hubiera esbozado una sonrisa. Reiteradas menciones a la austeridad. Alusiones al objetivo de ordenar el Estado y terminar con los privilegios de la política. Críticas a la herencia del gobierno anterior. Endurecimiento de la política de personal. Y hasta un párrafo extraído del mensaje del año pasado sobre las bondades de la economía liberal y la consigna de no temerle a los cambios.
El Presidente podría haber firmado al pie. “Estamos atravesando momentos complejos y duros como país. Resultado de años de irresponsabilidad, derroche, de prioridades cambiadas. De no pensar en la gente sino en cómo ganar elecciones”, contextualizó Montenegro, en una crítica al gobierno de Alberto Fernández, el kirchnerismo y el massismo. “El año pasado asistimos a la mayor exposición de esa estrategia burda y hoy estamos pagando las consecuencias”, agregó, en alusión a los programas que lanzó Sergio Massa desde el Ministerio de Economía y que algunos medios nacionales bautizaron como “plan platita”.
Montenegro dijo que comparte “plenamente” (con Milei) que hay que ordenar el Estado, terminar los privilegios de la política y eliminar “todas las distorsiones que se generaron a lo largo de estos años, que fueron muchísimas”. Y cuestionó a los que “ponen palos en la rueda”.
No es extraño que el intendente se haya mostrado tan identificado. Después de la pelea del Presidente con el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, la relación entre el PRO y el Gobierno volvió a su cauce. Lo exhibió el almuerzo de Milei con el jefe del bloque del PRO en Diputados, Cristian Ritondo, dos días antes de la apertura de sesiones, comunicado a través de una selfie. Lo remarcó la exgobernadora María Eugenia Vidal a su paso por Mar del Plata: “Hay una decisión del PRO de ayudar a este Gobierno”. Lo rubricó Mauricio Macri al final del discurso de Milei: “Un mensaje claro, firme y con coraje. Todos los argentinos tenemos que apoyar al Presidente”.
En ese marco, Montenegro eligió no comentar las discusiones que tuvo con la administración libertaria en 74 días de gobierno. Ni el intento de modificar el Régimen Federal de Pesca ni la intención de podar los descuentos en la tarifa del gas por Zona Fría. También sorprendió que, teniendo tan a mano el caso de la eliminación del Fondo Compensador del Interior del transporte, haya decidido ejemplificar las “injusticias” que sufre Mar del Plata con el viejo reclamo de la coparticipación provincial. “No puedo quedarme callado cuando sé perfectamente que damos $ 100 y nos devuelven $ 55, mientras privilegian otras regiones como el AMBA por sobre mi ciudad”, lanzó, en un palo a Axel Kicillof que compensó con la admisión de que tampoco la Provincia recibe lo que le corresponde por parte de la Nación.
No es extraño que el intendente se haya mostrado tan identificado. Después de la pelea del Presidente con el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, la relación entre el PRO y el Gobierno volvió a su cauce.
De todos modos, se volvió a comprometer a “reclamar ante quien sea” cuando haya decisiones que puedan afectar a Mar del Plata. “Venga de quien venga la decisión”, afirmó. Es decir, también si viene de Milei. Como ya ha hecho.
Una de las grandes dificultades para intendentes y gobernadores que quieren “ayudar” al Presidente es la falta de interlocutores confiables. Podría interpretarse que, a su modo, Montenegro hizo una alusión a la necesidad de que el Gobierno escuche. En rigor, el intendente habló de sí mismo: dijo que sus decisiones “siempre están basadas en la escucha” a la gente, a su equipo y a la oposición. Pero luego explicó que “ser firme en decisiones que no están basadas en la escucha puede llevar a situaciones peligrosas”. A cualquiera podría venírsele a la cabeza el intento de modificación de la Ley de Pesca: el Gobierno nacional no consultó ni escuchó a nadie antes de impulsarlo.
Montenegro no anunció ningún proyecto para el Concejo Deliberante. A los concejales les pidió que “acompañen las políticas de austeridad” en momentos en que la situación financiera es complicada, la integración público-privado para “dar mejores servicios” y “reducir el gasto público” y la búsqueda de la generación de empleo privado. Pero no mencionó objetivos legislativos que en algún momento tuvieron el gobierno municipal y el bloque oficialista, como el pliego de transporte, la cobertura de vacantes en los juzgados de faltas, la habilitación por ordenanza de las plataformas de transporte, la reestructuración de la Tasa de Servicios Urbanos o la regulación de los cuidacoches.
En un contexto dominado por la decisión de Milei de eliminar la obra pública nacional, Montenegro tampoco anunció nuevas obras. Las únicas que citó son deudas como el hospitalito de Batán, el Centro de Salud 2 y el del barrio Belisario Roldán. También destacó las obras de infraestructura que se desarrollan en el Parque Industrial en conjunto con el sector privado.
A los concejales les pidió que “acompañen las políticas de austeridad”, pero no mencionó objetivos legislativos que en algún momento tuvieron el gobierno municipal y el bloque oficialista.
El intendente puntualizó que buscará mejorar los espacios culturales mediante “la integración público-privada” y prometió “profundizar” los trabajos en los escenarios deportivos: los polideportivos barriales, las canchas de tenis y hockey, la pista de atletismo, el velódromo, el patinódromo, el natatorio y “todos los espacios que involucran” al Ente Municipal de Deportes. No mencionó al estadio José María Minella ni el anunciado pero no concretado acuerdo con la AFA.
Insistió en que la seguridad es su prioridad, destacó el trabajo conjunto de distintas áreas municipales con la Policía y Bomberos, y subrayó que la tecnología tiene que ser la principal aliada en la materia, aunque no dio noticias sobre el sistema de reconocimiento facial de prófugos. Poco se supo desde que el Concejo lo aprobó en agosto de 2022.
El mayor control al personal fue uno de sus principales anuncios. Aludió a las horas extras y las carpetas médicas; también a la asistencia de los empleados y la permanencia en sus lugares de trabajo. Esta vez, sin embargo, cambió el tono con su equipo. El 10 de diciembre, cuando reasumió, les había advertido a sus funcionarios que sería “implacable con los que no funcionen”. “Los que no estén a la altura o no cumplan con su función no formarán parte de mi equipo, se les pedirá la renuncia”, anunció entonces.
Ahora los mimó. Sostuvo que su equipo, representado por distintos espacios políticos, “trabaja en conjunto” desde el inicio de su gestión, “tanto desde el Ejecutivo como desde el Legislativo”, en un elogio a la coalición de gobierno municipal en tiempos en que a nivel nacional las piezas partidarias se reacomodan. Ah: también dijo que “es ejemplo en el resto de la provincia y probablemente del país”. Sonó exagerado, pero acaso tenga algo de razón: Juntos por el Cambio ya no “trabaja en conjunto” en casi ningún otro lado.